Noviembre 08- Nicolaus Copernicus

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Noviembre 08- Nicolaus Copernicus
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Nicolás Copérnico, Polonia, Astrónomo

8 de noviembre. Nicolás Copérnico. Tras doctorarse en derecho eclesiástico, Copérnico se convirtió en administrador eclesiástico y médico. Para divertirse, estudiaba, y eso incluía la astronomía.

En 1514 ya era conocido como experto en astronomía, y los dirigentes eclesiásticos solicitaron su ayuda para reformar el calendario juliano. Fue el primero en proponer que la Tierra giraba alrededor del Sol. También enseñó que la Tierra giraba sobre su eje. Hoy en día, los niños de secundaria lo saben, pero en elsiglo XVI, las ideas eran nuevas y controvertidas.

En esta fecha de 1510, Copérnico fue elegido Canciller en Frombork, Polonia. Esta es la historia de hoy.

Desafía el pensamiento de la época y construye un futuro mejor.

Copérnico no era el típico astrónomo. Su trabajo giraba en torno a obligaciones médicas y sacerdotales, y estaba tan ocupado gestionando asuntos eclesiásticos que la astronomía se convirtió en poco más que un pasatiempo. Pero su afición le llevó a descubrir conocimientos. Nuevos conocimientos que podrían conducir a importantes avances para la sociedad y a ser rechazado o peor aún… a su muerte.

Y con el peligroso nuevo conocimiento, Copérnico descubrió que, aunque la gente suele resistirse a los nuevos conocimientos, unos pocos valientes pueden lograr cambios duraderos.

Copérnico fue meticuloso en sus estudios. Todo lo que hacía, lo hacía con cuidado y con la mayor precisión posible.

En aquella época se creía que la Tierra era el centro del universo. Incluso la Iglesia apoyaba esta noción, utilizándola como prueba de Dios. Pero lo que Copérnico veía en los movimientos de los cielos no coincidía con lo que había aprendido anteriormente, por lo que propuso una nueva teoría: la Tierra no era el centro. Postuló que el Sol era el centro del Universo, y que la Tierra giraba a su alrededor. Al igual que los demás planetas. Y sus descubrimientos no desafiaron su creencia en Dios, sino que la fortalecieron.
Pero, ¿llegarían otros a creer como él? El mundo estaba cambiando. Colón había descubierto una nueva tierra. Martín Lutero había desafiado a la Iglesia. Los exploradores estaban expandiendo un mundo que antes se creía pequeño y confinado.
Pero no todos estaban de acuerdo con cambios tan drásticos. Cualquiera que se atreviera a desafiar el conocimiento de la época se arriesgaba a la pena de muerte. Copérnico entendía esto, y le preocupaba. En su mente resonaban historias de compañeros intelectuales quemados en la hoguera. No quería correr esa suerte.
Así que Copérnico permaneció en silencio. El miedo, al principio, había ganado. Durante más de treinta años, sus descubrimientos permanecieron ocultos para todos, excepto para unos pocos elegidos.
Pero un día, cuando Copérnico se hizo mayor, un alemán llamado Rheticus se topó con el trabajo de Copérnico y lo consideró revolucionario. En un principio, Copérnico había decidido que sus descubrimientos sólo serían sutiles rumores entre la comunidad científica, pero Rheticus no estaba de acuerdo. Copérnico tenía que publicar sus trabajos y cambiar el mundo.

Copérnico vaciló. Recordaba lo que les había ocurrido a quienes se atrevían a desafiar los conocimientos de la época. También quería asegurarse de que el trabajo estaba bien hecho. Las matemáticas debían ser perfectas, la ciencia inconfundible. Si iba a ser desafiado, quería asegurarse de que la prueba fuera irrefutable.
Pero Rheticus no se dio por vencido. Recordó a Copérnico que, a pesar del miedo que le mantenía callado, había intelectuales más jóvenes que ansiarían sus conocimientos científicos. Y si ese conocimiento salía a la luz, todos se darían cuenta por fin de la verdad. Esa verdad no desafiaría su fe ni haría que la autoridad de la Iglesia se desmoronara. Haría comprender la creación de Dios.
La persistencia de Rheticus dio sus frutos, y después de darse cuenta de que su amigo tenía razón, Copérnico accedió a publicar. El hombre que había pasado toda una vida sirviendo a la fe ahora tenía que ponerla en práctica. La verdad de cómo Dios había hecho el universo necesitaba salir al público, y el miedo no podía detenerlo.
El libro con los descubrimientos de Copérnico fue armado y enviado a Nuremberg, Alemania, para ser impreso. Pero la polémica no había hecho más que empezar.
Cuando llegó a oídos de los habitantes de la ciudad la noticia de que tal libro estaba a punto de publicarse, aparecieron acusaciones de herejía y amenazas de excomunión. La universidad del lugar amenazó incluso con romper la imprenta.

Los amigos tuvieron que conseguir armas y proteger la imprenta, y tres veces hubo un intento de asalto, una de ellas con fuego. Para Copérnico, la ansiedad aumentó, pero no se echó atrás. Vería el libro terminado y publicado.

«Cuando tengo miedo, pongo mi confianza en ti» (Salmo 56:3 NVI).

No pasó mucho tiempo antes de que Copérnico, en su vejez y frágil salud, sufriera un derrame cerebral. Quedó paralizado de un lado. Pero llegó un aviso de que el libro impreso estaría listo en tres días. Copérnico logró sobrevivir el tiempo suficiente. Mientras agonizaba, llegó el mensajero y le puso el libro en la mano. La verdad había sido impresa. La fe había vencido al miedo.

Al final, su libro De Revolutionibus Orbium Coelestium cambió el mundo científico tal y como lo conocemos.

¿Es necesario cuestionar el statu quo? Desafía el pensamiento del momento y construye un futuro mejor.

Neil, Samuel. Epoch Men, and the Results of Their Lives. Edimburgo: William P. Nimmo, 1871.

Kesten, Hermann. Copérnico y su mundo. Nueva York: Roy Publishers, 1945.

Relato leído por: Daniel Carpenter

¿Quiere saber más sobre este hombre?

Galileo aprendió de Copérnico

El 22 de junio de 1633, Galileo fue juzgado por la Iglesia Católica. Aunque era un católico devoto, se había granjeado muchos enemigos en las altas esferas de la Iglesia.
El tribunal le acusó de herejía. Su delito era creer y enseñar algo que la mayoría de su sociedad no creía: la idea de que el Sol estaba en el centro del Sistema Solar y la Tierra orbitaba alrededor del Sol.
Aunque ahora sabemos que el Sol se encuentra en el centro de nuestro sistema solar, y no de todo el universo, la idea de que todo en nuestro sistema solar giraba alrededor del Sol seguía siendo un gran salto en el pensamiento científico de la época. Y Galileo se enfrentó a la ira de las autoridades eclesiásticas por enseñar sus ideas.
Había pasado mucho tiempo desde que había oído y creído por primera vez la teoría de Copérnico de que la Tierra giraba alrededor del Sol. El 7 de enero de 1610, Galileo utilizó su telescopio casero para observar las estrellas y ver la evidencia de que los cuerpos celestes orbitaban alrededor del sol, y no de la Tierra.
Galileo sabía que lo correcto era hacer público este conocimiento. Al intentar compartir la verdad con la comunidad científica, pasó muchos años luchando contra las autoridades de su sociedad.

Esta larga y agotadora batalla científica había terminado para Galileo, y parecía haberla perdido. Sus enemigos en el poder ya no le permitirían enseñar la idea de que la Tierra giraba alrededor del Sol, llegando incluso a prohibir su libro sobre el tema.
Galileo escuchó cómo el orador del tribunal continuaba su largo monólogo y finalmente llegó al castigo de Galileo. Se le obligó a declarar que estaba equivocado y pasó el resto de su vida bajo arresto domiciliario.
Sin embargo, éste no fue el final de la causa por la que luchó. La verdad sobre la estructura del sistema solar fue revelada a la comunidad científica y la Iglesia Católica no tuvo más remedio que actualizar su visión del mundo.