Rob Prince, US, Pastor
3 de noviembre. Rob Prince. En esta fecha de 2013, Rob se convirtió en el pastor principal de la Iglesia Central del Nazareno en Flint, Michigan -donde la industria automotriz ha recibido múltiples golpes graves-. Todavía hay plomo en el agua potable de muchos hogares, y Rob experimenta más dolor en una semana que muchas personas en toda su vida. Pero es uno de los hombres más alegres y optimistas del lugar, siempre dispuesto a dar una palabra de ánimo. Esta es su historia.
La curación no está garantizada, pero la presencia de Dios sí.
Rob estaba leyendo el correo electrónico en la mesa de su oficina cuando sintió un dolor terrible en la cabeza, como si le hubieran golpeado con un bate de béisbol.
Al principio, Rob pensó que era un dolor de cabeza normal. Después de todo, había tenido migrañas desde que estaba en preescolar. Pero este dolor era diferente. Era pesado, duro, brutal. Nunca había sentido un dolor como el que sentía en ese momento. Sin apenas poder moverse ni pensar, rebuscó en su escritorio para encontrar ibuprofeno. Pero después de tomárselo, empezó a darse cuenta de que tal vez lo que sentía no era una migraña. Quizá era peor.
Los pensamientos se agolparon en su mente dolorida mientras empezaba a enumerar lo que podría estar mal. ¿Un derrame cerebral? ¿Un aneurisma? ¿Algo más que desconocía? Fue a trompicones al despacho exterior y se encontró con su ayudante, que le miró asombrada. Le preguntó si necesitaba ir al hospital.
Así lo hizo.
Al llegar al hospital, Rob perdió el conocimiento y estuvo tres días de baja. Oyó rumores de una posible operación cerebral y de que le trasladarían a otro hospital para ayudarle, y por fin supo lo que le pasaba.
Tenía una hemorragia cerebral. Muchas personas que la tienen ni siquiera sobreviven al día.
Había ocurrido un milagro. La hemorragia se detuvo por sí sola y no fue necesaria la cirugía. Estuvo en el hospital alrededor de una semana. Pudo volver al trabajo en tres. Pero su milagro no terminó como la mayoría de la gente esperaba. Su salud no volvió a la normalidad.
Al contrario, su enfermedad le dejó un dolor crónico. Las migrañas que habían sido una molestia en la infancia se convirtieron de repente en un compañero temido.
Después de la hemorragia, Rob tuvo una migraña que duró cuatro meses, sin alivio. Todo lo que podía hacer era ir a trabajar, sobrevivir a las horas y volver a casa para tumbarse en la oscuridad y el silencio, esperando y rezando para aliviarse. Los medicamentos y las inyecciones no funcionaban. El alivio era sólo un sueño. ¿Cómo podía enfrentarse a otro mañana de dolor que no cesaba?
Se volvió desesperadamente hacia Dios. ¿Dónde estaba Él en todo este sufrimiento? ¿Qué sentido podía tener no encontrar alivio? ¿Por qué no le curaba?
Años después de la hemorragia, Rob encontró por fin un medicamento que le aliviaba las migrañas. No estaban curadas, pero ya no las tenía todos los días, sólo la mayoría. A pesar de que el dolor seguía disminuyendo, Rob aprendió, a través de su dolor crónico, a empatizar con otros que sufrían.
Rob sabía que Dios podía curarle. Dios podía quitarle el dolor. Pero incluso si Dios no lo hacía, todavía podía vivir una vida increíble. Rob podía ayudar a otros que sufrían como él, y ellos estarían dispuestos a escucharle porque él también sufría. Podía darles consuelo y mostrarles el amor de Dios. Podía recordarles que no estaban solos y que, en su sufrimiento, Dios podía darles la fuerza para superar cualquier prueba.
Incluso escribió un libro para compartir su historia: Chronic Pain: Finding Hope in the Midst of Suffering. Rob quería que la gente supiera que, a pesar del sufrimiento del dolor crónico, cualquiera podía vivir una vida victoriosa y ser una bendición para los demás si se lo permitía.
«La gente puede lograrlo, incluso en casos extremos», dijo Rob. «Dios te dará la fuerza».
«Se fue por segunda vez y oró: ‘Padre mío, si no es posible que se pase esta copa sin que yo la beba, que se haga tu voluntad’» (Mateo 26:42 NVI).
Piensa en el dolor o el sufrimiento que has padecido. ¿Cómo puedes relacionarte con otras personas que han pasado por situaciones similares? La curación no está garantizada, pero la presencia de Dios sí.
Basado en una entrevista con Rob Prince, 2019.
Historia leída por: Nathan Walker